Tuesday 20 December 2011

la costumbre




ph: lola baola


escuchar: nunca nos acostumbremos


Una vez me dijeron que la costumbre es más fuerte que el amor. A mí me cuesta mucho creer eso, es que creo que el amor puede estar por sobre todas las cosas y así lo pongo yo, sobre cualquier cosa que me quiera impedir dar ese amor que tengo, pero quiero decir al respecto, que a veces sí pasa que las costumbres nos impiden ver el amor, que hay buenas y malas y que cuando te acostumbran a lo malo es muy difícil abandonarlas, yo propongo algo distinto: acostumbrémonos a cosas buenas, viejas o nuevas, que sean costumbres mirar el cielo, porque te podés acostumbras hasta a ver estrellas fugaces. Lo que nos acostumbra ya no sorprende, pero está presente, ahí, como latiendo entre cada latido, contratiempo de vida, marcando lo que nos marca los pasos. Que deje de ser el miedo lo que nos late, que sea nuestro amor el que lo haga, mirémonos a los ojos y redescubramos que somos más grandes que lo que percibimos, que nos podemos acostumbrar a la vida divina realmente si queremos, que hay un mundo más acá.
El cielo no termina dónde empieza la tierra, sino que ahí estamos, al lado de las estrellas, recibiendo su luz directamente, nos toca las manos y las cabezas, nos invita a compartir su grandeza, como la tierra nos acaricia a cada paso: seamos suaves con ella, agradezcamos. El viento que te acostumbrás a que sea aire, acostumbrate a no conocerlo, a reinventarlo entre cada brisa, soñarlo despierto para inventarlo nuevamente. Las nubes con sus infinitas formas, la enormidad de un perfume de jazmín: que sean puentes a otras existencias, más sutiles, más armónicas, que si existe algo tan bello y simple, nuestro lugar es mucho más embellecedor, hacernos cargo de nuestra luz es la auténtica manera de poder irradiarla. Nos sobran herramientas: toda la creación espera nuestra creatividad explayada; pero en ésta libertad que te han dado elegí la armonía, el respeto a los otros seres que están para ayudarte a vibrar, ayudalos también a encontrar la luz que sale de cada uno.
Expresate, porque es lo que permite contagiar la luminescencia y así reproducir las luces, encender las nuevas, proyectar las sumas.
Y volviendo un poco siento que si me puedo acostumbrar tan rápido a que me mires, a que me aparezcas en medio de cualquier cosa, entonces no estaré tan equivocado, que si hacemos habitual un mar de caricias y de sueños que se comparten y se desarrollan juntos podemos cambiar nuestras costumbres finalmente y así darle lugar a unas nuevas, a poder mirar el cielo juntos y sentirlo adentro nuestro, para poder sacarlo afuera.

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